El Dilema del Prisionero.


       Tras un crimen, la policía detiene a dos sospechosos. Uno de ellos es inocente pero no hay pruebas.

       Desgraciadamente uno de los sospechosos eres tú.

       En el interrogatorio sois separados los dos en habitáculos diferentes cuando entra un policía gordo con cara de pocos amigos y os proponen por separado el siguiente trato: "si uno de vosotros es delator y el otro confiesa, al que calle se le condenará a 30 años de cárcel. Si ambos calláis, la condena para cada uno será de 6 meses. Pero sin los dos confesáis que sois culpables del crimen, os meto una condena de 10 años a cada uno"

 La lógica podría salvarte

       ¿Qué harías? Pista: Supón que los dos actuáis con una actitud egoísta, es decir, aunque seas culpable, intenta que condenen al otro.

Solución: Si te guías por la lógica, desgraciadamente serás condenado a 10 años aunque seas inocente.

       Tienes dos opciones o delatar o callar.

Si delatas, el otro arrestado te puede delatar, entonces tu pena es de 10 años y la del otro arrestado es de 10 años.

Si delatas, el otro arrestado se puede callar, por lo que tú sales libre y al otro le condenan 30 años.

Si callas y el otro arrestado delata, entonces serán 30 años para tí y el otro saldrá libre.

Si callas y el otro calla, entonces, para cada uno habrá 6 meses de condena.

Entonces está claro, me conviene delatar porque o tengo 10 años de condena o salgo libre. Pero... si el otro condenado es tan analítico como yo y estudia como he hecho ahora las posibilidades también callará, porque es egoísta y busca lo mejor para él, por tanto la solución es:

       10 años de condena para cada uno.

       Como ves es totalmente injusto, porque uno de los dos sois inocente (espero que tú)

       Por tanto, el dilema del prisionero viene a mostrar que si establecemos como principio el egoísmo, nos llevará a todos al desastre.

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