Mitos y leyendas

       Me resulta extraño, o al menos curioso, que viviendo en un mundo que tiene una gran visión cientifista de las cosas proliferen el gusto por los fenómenos paranormales, las sectas, la creencia en los O.V.N.I.s, en apariciones marianas... Quizá esto se deba a que como nuestra sociedad occidental está tan basada en la especialización del trabajo sus miembros no tienen la necesidad de saber mucho más allá de su especialidad. ¿Para qué saber algo que no me es útil? Y si debo aprender algo ¿cuál es su utilidad?. Esto puede hacernos potencialmente incultos y manipulables.

       A pesar del este terrible riesgo cultural que advertimos no sería justo en mi discurso si no reconozco que la Ciencia y con ella la Tecnología, y en general nuestra sociedad, progresan tan rápidamente gracias precisamente a la especialización. Podría decir que ésta es sinónimo de progreso, aunque me planteo ¿hacia dónde?

       Para usar un ordenador no necesito saber cómo está construido ni conocer el lenguaje de sus programas y si me duele la cabeza puedo tomarme una aspirina sin necesidad de recordar su composición química. Estos ejemplos son indicativos de la sensación de liberación que puedo tener en saber cosas que se encuentren más allá de mi propia especialización. La sociedad de la especialización actual puede dispensarnos de tales conocimientos. Es evidente que no podemos llegar a saber todo de todo, pero querría destacar que la especialización cultural a la que me refiero puede tener intestino un peligro: la incultura potencial de no saber más allá de lo que me es útil puede generarnos cierta libertad en creer en cualquier cosa, por ejemplo en las pseudociencias, los amuletos, las brujas adivinatorias (de esas que antes las quemaban en la hoguera pero que ahora tienen su espacio y programa propio de TV), etc. Como reacción a lo anterior, la gente culta ante el temor a no caer en supercherías genera inmediatamente el prejuicio de rechazar todo aquello que tenga que ver con los mitos, porque mito suena a superstición.

       Sin embargo: ¿estamos realmente seguros de que el mito es una forma trasnochada y errónea de transmitir conocimiento? ¿Con el nacimiento del método científico no precisamos de ningún lenguaje más para decodificar todos los misterios de la naturaleza? ¿Por qué en un blog de Matemáticas aparece un artículo sobre el mito? ¿Cómo influye el lenguaje de símbolos en nuestra vidas?
   


Mircea Eliade nos legó esta gran obra sobre 
historia del hombre y antropología.

       Quizá tengas claras muchas de las respuestas a las cuestiones que antes planteaba. Ciertamente me doy cuenta de que hablar de mitos o del lenguaje del mito en estos tiempos como un potente vehículo de transmisión de ciertos conocimientos puede resultar como mínimo arriesgado e incluso, alguno pensaréis, equivocado. ¿Para qué ocuparse de ello?, ¿qué interés tiene?. Sin embargo acercarse a un análisis del concepto de mito puede llevarnos a grandes sorpresas, como por ejemplo las que descubriremos ante la lectura de la monumental obra sobre antropología e historia de las religiones que nos legó Mircea Eliade.

El paradigma cientifista

         Como punto de partida y con la intención de establecer un diálogo de contraste señalaré ciertos rasgos que se pertenecen al paradigma del cientifismo actual.

1.- La verdadera realidad es la que yo veo por mis sentidos. Cualquier otra realidad no es más que un timo.

2.- El método válido de conocimiento de la verdad es el proporcionado por los métodos de la Ciencia. Mi  consciencia no es más que un producto de reacciones físico/químicas del cerebro. Y si nuestro pensamiento está en el cerebro, nuestra libertad y moralidad no son más que ilusiones determinadas por las leyes que rigen la materia.

3.- La Física y Química puede producir cosas como la música, el arte..., pero el placer que pueden generar es sólo una ilusión del cerebro. Lo mismo le ocurre al sabor de chocolate: es sólo una ilusión del cerebro que no disminuye en nada el placer de tomarlo..



Icono que representa el poder de la Ciencia

        Bien. Bajo este punto de vista podríamos plantearnos: ¿tienen cabida la Religión y la Filosofía en el mundo de hoy?. ¿Qué papel juegan para ser compatibles con la Ciencia?.

        Las respuestas son sencillas: Sí pueden convivir con la Ciencia, aunque ninguna de ellas son necesarias. La Ciencia no ha acabado con la Religión porque ésta es sólo el intento de descubrir cómo es el mundo, mientras que la Religión parte de la idea de que el mundo tiene un orden moral y que todo es una historia entre buenos y malos que tiene una moraleja. Como la Ciencia no tiene nada que decir acerca del bien y del mal de las cosas, podríamos decir que en este sentido la Religión es útil aunque no necesaria.       Mi admirado Carl Sagan veía en ella una función beneficiosa para la sociedad:, "las religiones han tenido una función muy beneficiosa porque proporcionan criterios éticos para adultos, cuentos para niños, organización social para adolescentes, historia, literatura, música, consuelo en tiempos de pesar, continuidad con el pasado y fe en el futuro" ("La Diversidad de la Ciencia. Una visión personal de la búsqueda de Dios", Ed. Planeta, Barcelona, 2007).

        Por otro lado, la Filosofía también tiene cabida en tanto en cuanto puede proporcionar las técnicas necesarias al científico para que él mismo reflexione sobre sus propias prácticas.

El hombre es en esencia un ser mítico.

       No obstante, el acceso a obras sobre antropolología tan importantes como a la que se refiere este artículo (dejo a parte la experiencia personal de Dios que pueda tener cada uno) me hacen de nuevo observar que todo lo anterior es una visión demasiado reduccionista de las cosas que no da una respuesta con la suficiente riqueza a la complejidad de la naturaleza humana.

      Por ello me propongo a partir de lo aprendido con Mircea Eliade y otros, exponer en qué consiste el lenguaje del mito y porqué se ha considerado (y se sigue considerando) necesario para transmitir ideas que me permitan un mejor conocimiento de la realidad. Llegado a este punto, me es necesario advertir que han habido otras entradas a este blog encargadas de desmitificar la creencia inserta en nuestro pensamiento contemporáneo de que  "el método científico" es el único modo de descubrir verdades objetivas, y que las Matemáticas como lenguaje que codifica la Ciencia se halla libre de prejuicios. De hecho, expuse que la verdad objetiva es imposible llegar a conocerla sólo mediante la Ciencia y que por tanto el cientifismo no es más que una postura radical que nos impide el conocimiento integral de la realidad (incluida la humana).      

       Como es de prever, hablar del concepto de mito en esta entrada es hablar de Mircea Eliade. En su monumental obra Historia de las Creencias y las Ideas Religiosas llega a exponer una de sus ideas preferidas: el hombre es en esencia un ser mítico. Su afán de trascendencia, que según él es su mejor cualidad, implica que para poder exponer toda la complejidad de lo humano necesita del mito, que es un lenguaje simbólico, y por tanto al que no estamos muy acostumbrados por ejemplo los que como yo tenemos una formación científica. Pero el lenguaje de la Ciencia no puede de ningún modo ser el único modo de expresión del hombre. La complejidad de la naturaleza humana es mucho más profunda.

       Irremisiblemente me ronda la cabeza el enfoque de aquel maravilloso libro de Javier Leach "Matemáticas y Religión". en el que se comparaban los lenguaje simbólico (o mítico) y el de signos (o matemático), y ello me anima a profundizar sobre las nuevas ideas que estoy aprendiendo a partir de otros muchos autores que veréis en la bibliografía.

       Aunque bien es cierto que la temática de estas entradas están más próximas a la Filosofía de la Ciencia que a las Matemáticas, me parece oportuno precisar los puntos de partida de lo que estamos hablando (un matemático antes de resolver un problema primero se plantea si existe la solución). Estas entradas me parecen oportunas si las consideramos como un antídoto ante los prejuicios que todos padecemos,  en este caso, relativos a validar o rechazar mecanismos de adquisición de conocimiento.  Por eso me parece  importante que en un blog de Matemáticas se precise en qué consisten las Matemáticas. Y al intentar hacerlo ya vimos que nos damos irremisiblemente de bruces con la Filosofía y ahora nos vamos a topar con el lenguaje mítico, aquél que yo mismo, en otro tiempo, hubiera rechazado sin el menor interés por puro prejuicio. De este modo doy una razón de porqué hablo en un blog de Matemáticas de los mitos.

       Y es que hablar de lenguaje mítico en estos tiempos puede resultar excéntrico, o como dicen mis alumnos "superfriki", pero lo cierto es que la compresión de muchos hechos que nos rodean utilizan este lenguaje aún en una versión más actualizada y con mayor profusión del símbolo iconográfico (recordemos que vivimos en una cultura de la imagen) Por extraño que nos resulte, este lenguaje se sigue utilizando en el cine, series de televisión, cómics, televisión, publicidad, etc, como veremos más adelante.


Diferencia entre mitos y leyendas

       Cuando el hombre no domina racionalmente su entorno, la imaginación empieza a llenar ese vacío vital e insostenible. La ilusión y la magia dan sentido a su existencia y el mito se convierte en una necesidad lógica. En el origen de las civilizaciones, cada duda, cada pregunta, tiene un mito por respuesta. Grecia, cuna de la razón, no descuidó nunca este componente irracional que anida en la propia naturaleza del ser humano, (y que como dice M. Eliade), es lo que le diferencia de cualquier otro animal. Así, cuando el pensamiento racional hizo su aparición no desterró al mito, sino que le buscó un nuevo sentido, otra explicación "lógica" dándole un sentido alegórico. Roma se apropió y universalizó toda la tradición mítica griega. Con la caída de Roma, el cristianismo tomó sus imágenes y les dio un significado nuevo: Orfeo como prefiguración de Cristo, las Victorias prestaron sus alas a los ángeles y hasta el dios semicabrío Pan prestó su imagen al mismísimo diablo. Sus héroes encarnaban su lucha contra las fuerzas del mal: Perseo-San Jorge contra el dragón, S. Nicolás-Posidón protector de navegantes... Incluso los tormentos de los condenados sirvieron para ilustrar martirios de santos: Prometeo-San Erasmo, Marsias-San Bartolomé... (Extracto de libro Iconografía Clásica de J. Carmona Muela, Ed Akal/Istmo, Madrid, 2008)

       En primer lugar es necesario concretar términos y hacer una distinción clara entre dos conceptos que resultan fácil de confundir: mito y leyenda (incluso en uno de los títulos de la bibliografía se confunden mito y leyenda)

       Los indígenas primitivos, dice M. Eliade, distinguen perfectamente los mitos, que son una forma de contar historias verdaderas, de las fábulas o cuentos, que ellos llaman "historias falsas". Esta distinción me parece importante para entender la manera de transmitir el mito mediante el uso del lenguaje de símbolos frente a una visión pedestre de cualquier acontecimiento.

       Me parece adecuado concretar estos términos porque en la actualidad es fácil confundir mitos con cuentos o leyendas y tras esta confusión extraemos fácilmente la conclusión de que todo aquello que se pueda escapar de un lenguaje científico, al carecer de la objetividad necesaria, carece de sentido, por lo que el lenguaje mítico es tan falso como lo pudiera ser una leyenda.

       Entonces, al rechazar el lenguaje mitológico (que es el simbólico) como falso o sin objetividad alguna,  no es de extrañar en absoluto que nos resulte más fácil abandonarnos a un prosaico y chato mundo que no sabe vivir sino superficialmente y nos resulte muy raro entender que el hombre tiene la cualidad maravillosa de poder elevar sus miras hacia un punto en el que sin duda necesita vivir. Ésta es sin duda la base del rechazo "racional" de la Religión o la Filosofía según una cientifista, materialista y atea visión de la vida (que dicho sea de paso, es profundamente radical ya que rompe con gran parte de nuestra propia historia del conocimiento). Y bajo las excusas del "para qué quiero yo esto saberlo" o "si no es de utilidad material no necesito conocer", es lógico que resulte difícill entender que los conocimientos que pueden otorgarnos los mitos pueden también ser verdaderos.

       Como decía Ortega y Gasset "hoy día se vive en una especie de fe en la Ciencia" ya que la consideramos actualmente como el único medio objetivo de conocer la verdad. Pero pensar así, creo sinceramente, nos aleja de la comprensión profunda e integral de la Naturaleza, es decir, la Ciencia puede ser de la principal "enemiga" de la propia Ciencia si de ella se desprende una visión cientifista de la vida.

Los mitos en la Religión. 

       Por otro lado, hay que tener en cuenta que al cristianismo como a cualquier otra religión, no le queda más remedio que acudir al mito para expresar pensamientos elevados de tal modo que alcen al hombre a su vez por encima de lo que está al alcance de su mano. Los Evangelios, a diferencia del Antiguo Testamento, son sustancialmente historias auténticas, hecho que no ocurre por ejemplo con los denominados Evangelios Apócrifos que nunca llegaron a admitirse por la Iglesia ni incluso entre los primeros escritores cristianos, (S. Justino, Taciano o S. Clemente de Alejandría) Para ellos, los apócrifos eran fábulas, no auténticos, por tanto no hablan de mitos sino de leyendas. Es de destacar que ya Orígenes (185-254) matiza que en los Evangelios hay pasajes, que sin ser históricos, sí son verdaderos en cierto modo, porque son míticos por su forma de querer expresar una realidad superior. Por tanto desde el origen de la religión cristiana se precisa del mito y del símbolo para transmitir la doctrina.

El lenguaje mítico en el Arte religioso.

       Hugo de Sanit-Victor (1096-1141) nos enseñaba una teología de la belleza en la que ésta se puede clasificar en tres grados: Dios como belleza perfecta, la belleza espiritual del alma, y la belleza visual. Bajo esta teología de la belleza, a partir de la contemplación de la belleza visible es como se inicia la ascensión mística hacia la contemplación divina. Para S. Gregorio Magno (1090-1153), la imagen tiene una potente función didáctica (idea totalmente actual), y que no sólo informa, sino que puede conmover a los fieles y orientar su comportamiento hacia los valores cristianos. Por eso la Iglesia está llena de obras de arte de enorme carga simbólica.

       Lo malo es que hoy por hoy padecemos una cierta anestesia del sentido simbólico al imponer la primacía de las apariencias, de lo inmediato, de lo abstracto, del racionalismo, de la conceptualización y de lo concencional. Este mal lo practican incluso algunos historiadores del arte que quieren hacer pasar por esquemas preconcebidos la totalidad del significado simbólico, lo cual no deja de ser puro reduccionismo. Los símbolos en el Arte, como en la Religión, no se pueden sistematizar, pues la interpretación que de ellos da un autor determinado no deja de ser válido exclusivamente para él y no necesariamente para otro observador.

La desacralización del mito.

       Por tanto la Religión con la utilización del mito irrumpe en lo sagrado o sobrenatural del mundo y en lo trascendente a nuestro nivel. Mircea Eliade expone una idea que me parece interesante: la "desacralización del mito". Es cierto. Hoy en día la idea de mito en nuestro prosaico mundo se expresa no sólo en la Religión sino por ejemplo, en personajes de cómics como Supermán o en la novela\película policíaca (ya que tiene algo de mítico esa lucha entre el Bien y el Mal). Estos últimos son ejemplos de que estamos rodeados de historias mitológicas desacralizadas.

       Estos nuevos lenguaje del mito desacralizado son aceptados por la mayoría de los hombres sin religión, que se declaran agnósticos o ateos (también incluyo a los creyentes) compartiendo así a pesar de su "descreencia en el mito" una vía muy importante de transmisión de ciertos valores y conocimientos precisamente en éste. Muchos de ellos incluso, por prejuicios ideológicos llegan a rechazar ciertas religiones mientras abrazan otras pseudorreligiones y mitologías degradadas que no son sino sustitutivos de las religiones rechazadas.

       Ello es consecuencia de que"el hombre exclusivamente racional es una mera abstracción" como afirma Mircea Eliade. Para él, "la característica principal de nuestra consciencia es que tendemos a   elevarnos por encima de nuestra naturaleza animal" como un ser simbólico que somos, y por eso necesitamos del lenguaje del mito, para poder expresar lo espiritual de cada uno.

      Me pregunto que si será verdad de que los que hoy se autodenominan ateos no hacen otra cosa que ocultar en su inconsciente los valores de la trascendencia, como ya demostró el psicoanalista Carl Gustav Jung.

El mismo mito (en iconos) sobre la necesidad de la regeneración.


Mito del diluvio , Atrahasis en Canto XI de la Epopeya de Gilgamesh, s. VII antes de C.


 El mito del Diluvio, Decaulión y Pirra en el mito de la Grecia y Roma clásicas


El mito del Diluvio Universal, Noé en el Génesis cap. VIII

Un icono sobre la regeneración democrática 
ante los casos de corrupción política de hoy. 


Fuentes:

Historia de las creencias y de las ideas religiosas, Mircea Eliade, Ed. Paidós Ibérica, S.A. Barcelona, 1999 (Prólogo Enrique Miret Magdalena)
Matemáticas y religión, J. Leach, Ed. Sal Terrae, Santander, 2011
La diversidad de la Ciencia. Una visión personal de la búsqueda de Dios, C. Sagan, Ed. Planeta, Barcelona, 2007)
La caverna de Platón y los cuarenta ladrones, J. Zamora Bonilla, E. Le pourquoi pas, La Coruña, 2011
Los mitos griegos, R. Graves, Ed. RBA Coleccionables, Barcelona 2005
Mitos, L. Impelloso, Ed. Everest, Spain, 2008 
La especie elegida, J.L. Arsuaga e Ignacio Martínez, Ed. Temas de Hoy, Madrid, 1998
El enigma de la esfinge, J. L. Arsuaga, ED. Paza y Janés S.A., Barcelona,  2001
La leyenda del lagarto de la Malena y otros mitos del dragón, J. Eslava Galán, Unv. Granada, 1992
El bestiario de Cristo, L. Charbonneau-Lassay, Herederos de L. Chambonneay-Lassay, Palma de Mallorca, 1997
Las rutas del románico, J. Cobreros, Volumen I, Ed. Anaya, Madrid 2004
Los evangelios apócrifos, Ed. Autores Cristianos, Madrid, 2004
Introducción al antiguo Oriente, Ed. Crítica, Barcelona, 1996
Iconografía cristiana, J. Carmona Muela, Ed. Istmo S.A. Madrid, 2010
Iconografía clásica, J. Carmona Muela, Ed Istmo S.A. Madrid 2008

Mito, historia y razón en Grecia. Del mito al logos. Carlos García Gual, conferencia de la Fundación Juan March de Madrid. http://www.march.es/conferencias/anteriores/voz.aspx?p0=380


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